Congreso Internacional "Memoria común y perdón colectivo"

El Centro Cristianismo y Sociedad, integrado en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) y la Confederación de empresarios Coparmex (México), proponen un congreso titulado “Memoria común y perdón colectivo”. La actividad cuenta con el respaldo del Dicasterio para la Evangelización (Santa Sede) y tendrá lugar en el marco de las actividades del jubileo para empresarios en Roma, los días 6 y 7 de mayo del 2025.

Para los fieles cristianos, el Jubileo es un año de remisión de los pecados y de reconciliación. En el mundo bíblico, el Jubileo tenía una fuerte dimensión social, ya que significaba la liberación de las relaciones de dependencia negativa establecidas entre los seres humanos (esclavitud, usura, dominio, ofensas, venganza, etc.). El año jubilar ofrece ya hoy la oportunidad de reflexionar para disponernos a vivir este período especial, explorando nuevos horizontes y nuevas vías para alcanzar la paz en nuestra sociedad contemporánea, herida en sus relaciones interpersonales y desgarrada por tensiones sociales y, en demasiados casos, por auténticos conflictos armados.

Entre sus diversas consecuencias, la memoria común permite iniciar una dinámica deseable en la que aquellos que han sido perdonados transmiten esa experiencia a los demás como un acto de purificación de la memoria y de liberación del resentimiento. El recuerdo de la ofensa es relevante para el perdón, pero no debería convertir a la persona —o a una colectividad— en prisionera del dolor y la venganza, sino más bien contribuir a descubrir la vulnerabilidad propia y la de los demás. Del recuerdo puede surgir el impulso para renovar la relación y alcanzar una posible reconciliación.

La multiplicación de casos de perdón colectivo y disculpas colectivas desde principios de los años 90 plantea una serie de cuestiones que merecen ser profundizadas. El perdón colectivo no es simplemente el perdón de cualquier grupo, ya que requiere una estructura en la que el grupo de personas constituya algo más que una mera suma de individuos. Estas entidades tienen cualidades distintas, propias del conjunto, recibidas de cada uno de los individuos que las componen. Aún más importante, suelen disponer de estructuras organizativas formales que les permiten tomar decisiones y emprender acciones de forma conjunta, en nombre de la colectividad. Entre los grupos que son sujetos de dichos actos de perdón colectivo se encuentran, por ejemplo: países y Estados, la Iglesia, universidades, empresas, etc., así como grupos étnicos o entidades cuya característica unificadora es haber compartido el sufrimiento causado por el mismo tipo de ofensa.

En cualquier caso, el perdón colectivo se modela a partir del perdón interpersonal. Los especialistas (filósofos, juristas, teólogos, historiadores, sociólogos, etc.) estudian una variedad de cuestiones, tales como: la posibilidad misma del perdón colectivo, la ofensa, la memoria, la verdad, la responsabilidad, la justicia y sus límites, la culpa, la solidaridad entre generaciones, la narrativa, la reparación y el uso público de la historia. El perdón colectivo también ha suscitado una renovada atención hacia las instituciones de nuestro mundo, hacia sus mecanismos de representación y la pérdida de confianza en ellas por parte de los ciudadanos. Son temas que afectan la salud de las relaciones en todos los niveles, la falta de paz y reconciliación en la sociedad, en las familias, entre las personas; no solo porque entre los ciudadanos se ha debilitado la cultura del perdón, sino también porque el mal no se considera como tal, y, por tanto, no hay arrepentimiento. Finalmente, la memoria común y el perdón colectivo tocan las estructuras de la sociedad que vigilan la justicia y el derecho, facilitando u obstaculizando la formación de contextos que favorezcan la posibilidad de perdonar y pedir perdón.

El congreso pretende reflexionar cuidadosamente sobre cómo una organización puede iniciar procesos de reconocimiento de la memoria común y de perdón colectivo, con vistas a la paz que la sociedad actual necesita. En última instancia, estos procesos nacen de la conciencia del perdón de Dios hacia cada uno de nosotros (ámbito teológico), de la conciencia de pertenecer a una comunidad donde los errores no tienen por qué ser definitivos (ámbito filosófico y relacional) y de la creación de nuevos procesos en los que sea más fácil perdonar y pedir perdón (ámbito institucional, judicial y legal).

 

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